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Durante la jornada del viernes 25 de agosto, el Presidente del Sindicato de Supervisores de LMC, Jimmy Cepeda, en compañía de la Presidenta del Sindicato de Supervisores de Candelaria, participaron del 2° Congreso de la Minería en la Región de Atacama. 

En la actividad estuvieron presentes la Ministra de Minería, el ex y el actual Vicepresidente Ejecutivo de ENAMI, parlamentarios de todos los matices, personeros públicos, estamentos universitarios y gubernamentales, representantes de la comunidad y sindicatos de trabajadores, además de asociaciones gremiales de la gran, mediana y pequeña minería. La convocatoria fue realizada por el gobernador de la Región de Atacama, con el aspecto expectante del futuro de la Enami, en especial de la fundición Hernán Videla Lira.

En cuanto a temáticas, se habló del futuro de la minería en Chile, de minerales estratégicos y de cómo todos los actores  están preocupados de que Enami pueda salir de la crisis en la que se encuentra.

El Presidente del Sindicato de Supervisores de LMC, señala que “La conclusión es que es necesario invertir para modernizar los procesos de Enami, tanto en el fomento a la producción de la pequeña y mediana minería, como la modernización de sus instalaciones en sus distintos estamentos productivos. Y las más de 150 personas presentes hacían eco en una sola voz “que ENAMI debe cuidarse” ya que es una parte importante de la historia y del futuro de nuestro país minero”. 

Respecto al Convenio 176 de la OIT, Cepeda afirma que hay un aspecto que no pasó desapercibido para él, y es que la voz de los pequeños productores de minerales (son los que mueven menos de 5.000 TM mes de mineral), dentro de su llamado a cuidar de ENAMI como poder de compra de su producción, también hacían un llamado a los parlamentarios a quedar fuera de las futuras normativas que estarán asociadas a la implementación del convenio 176 de la OIT, ya que esto solo vendría a empeorar su situación, que no tendrían los recursos para invertir en seguridad en sus minas y que estaban inexorablemente destinados a la desaparición.

Cepeda asegura que “Mientras los escuchaba, no puede evitar que a mi memoria se vinieran todos los recuerdos de mis antepasados que dejaron su vida, o parte importante de ellas en los pirquenes. Entre “tiros quedados”, silicosis, desmembramientos o las largas jornadas laborales a las que estaban expuestos, su vida se les fue y pasaron a ser parte de mis memorias”. 

“Pero estas voces que se alzaban altivas no eran las voces de los mineros que pierden su vida en la mina, entre a recordar al “Pinilla” el eterno compañero de aventuras del “Gato”, al Pinilla se lo llevó la mina, el cerro se le vino abajo y en un abrazo mortal, pasó a ser uno con ella. El dueño de la mina no tuvo el valor de ir donde la viuda a darle la lamentable noticia, y le señaló al “Gato” que era su mejor amigo, que debía ser él quien fuese donde la familia. Allí acompañé a mi padre en aquella procesión que ninguno debió haber hecho, ya que técnicamente era un “muerto” que no habíamos matado. Un grito desgarrador vino primero, luego otro llanto no menor. Pinilla dejaba una viuda y una huérfana, en la más completa desolación y como buen futre, el patrón no había pagado ni imposiciones, ni seguros. El velorio, incluido el vino y la sepultura, se pagó entre todos los amigos de Pinilla”, relata Cepeda. 

“Estos pequeños productores que sacaron la voz son los dueños de las propiedades mineras, no son los pirquineros que trabajan para ellos y no me puedo retraer de la historia del Pinilla. Estos dueños tienen cero conciencia de hacer un esfuerzo de cuidar la salud e integridad de quienes generan su riqueza, y esto no ha cambiado, es la misma memoria genética que tengo a través de mis antepasados que generaron la riqueza con que se construyó Chile”, complementa. 

Cepeda, explica que “Ahora desde la misma posición de trabajador asalariado, de haber aprendido primero a reconocer el oro claveteado de ley antes que a leer, de haber empuñado una poruña antes que un lápiz y de haber pasado del maray al trapiche, antes que de curso, me hago responsable al señalar que debemos crear conciencia de respetar la vida a todo nivel, que la implementación del convenio 176 de la OIT es una necesidad de vida y cuando un pequeño productor minero dice que este convenio hará que se pierdan las fuentes laborales de sus trabajadores, creo que es mejor perder el trabajo a perder la vida”. 

“Hago votos, porque al finalizar su jornada, cada uno de los trabajadores mineros pueda llegar donde sus amores a disfrutar del descanso bien ganado”, finaliza. 

Cabe recordar que el fin de semana fallecieron tres mineros en sus lugares de trabajo, llegando a un total de 12 fallecidos durante el año. La misma cifra alcanzada el 2023, y aún quedan meses para que se termine el 2023.